El conflicto es una contradicción: es la oposición de intereses, necesidades, valores y percepciones, con nosotros mismos o en relación a otros. Permanentemente en nuestra vida cotidiana negociamos con los demás para tomar decisiones en conjunto: con nuestra familia y amigos, con compañeros de trabajo, vecinos, etc. Son situaciones donde podemos tener la suerte de coincidir, pero también es normal que surjan opiniones diferentes o contrarias, donde la decisión final va a depender del consenso.

     Si buscamos la definición de la palabra conflicto en el diccionario, encontramos que se relaciona a significados como enfrentamiento, lucha, problema, discusión, dificultad, etc. Esto hace que, en general, lo veamos como algo negativo y tratemos de evitarlo. Sin embargo, desde otra perspectiva, podemos decir que las situaciones conflictivas son precisamente las que nos llevan a generar cambios y transformaciones necesarias para nuestro bienestar y crecimiento.

     Desde el ámbito de la mediación entendemos que los desacuerdos no sólo son inevitables, sino que además pueden ser beneficiosos: si se los aborda de manera estratégica podemos lograr soluciones constructivas y superadoras que mejoren nuestro presente. En lugar de enfrentarnos desde posiciones inflexibles, creemos que el debate y la negociación son la mejor forma de resolver las diferencias.

      

"Las situaciones conflictivas nos llevan a generar cambios necesarios para nuestro bienestar y crecimiento"

 


Gestionar el conflicto de manera estratégica 

Si entendemos que los conflictos son ineludibles, lo que vamos a buscar es prevenir y reducir los efectos negativos que puedan tener. Hay tres actitudes que nos pueden ayudar:   

  1. Muchas veces evitamos enfrentar situaciones conflictivas, aplazando su resolución y haciendo que finalmente problema se profundice y se agrave. Abordar el conflicto a tiempo es clave para resolverlo en los mejores términos.
  2. El conflicto incluye un aspecto emocional y puede generar reacciones de tristeza, miedo, ira, frustración, etc. Si nos dejamos llevar por esos sentimientos a la hora de negociar, la resolución se dificulta y el conflicto se agrava. Por eso es importante tomar tiempo y distancia para analizar la situación y no actuar apresuradamente o de manera irracional.
  3. Muchas veces la causa de los conflictos surge de malos entendidos, de interpretaciones y deducciones erróneas. En este caso, nuestro recurso más importante es hacer las preguntas adecuadas para no quedarnos con suposiciones. Además, aprender a comunicarnos de manera clara y asertiva, nos puede ayudar a prevenir conflictos o evitar que escalen.

 


La asistencia de un tercero

Más allá de las herramientas comunicacionales que podemos poner en práctica, existen conflictos complejos que podrían resultarnos imposibles de resolver a través de la negociación directa. En circunstancias así, una posibilidad es recurrir a un tercero que actúe como mediador, para que nos ayude a analizar y gestionar el problema desde una nueva perspectiva.

     Hoy en día, la mediación es un espacio institucionalizado, con profesionales capacitados en técnicas específicas para asistir en las negociaciones y ayudar a crear acuerdos. De esta manera, podemos empezar a considerar al conflicto, ya no como un enfrentamiento o un obstáculo insuperable, sino como una oportunidad para el entendimiento y el crecimiento mutuos.