El consentimiento informado es un principio esencial de la mediación, que ayuda a que los acuerdos sean efectivos y sostenibles. En esta nota te contamos qué beneficios tiene este enfoque y cómo aseguramos que se respete la voluntad de quienes participan.

 

La voluntariedad es un pilar fundamental del sistema de mediación judicial de la provincia de Misiones. Esto significa que, para llevar adelante una reunión de mediación, cada una de las partes involucradas en el conflicto debe manifestar previamente su intención de participar del proceso.

Este enfoque se basa en que la mediación, al ser un proceso colaborativo, no puede imponerse ya que las partes tienen que trabajar en conjunto para alcanzar un acuerdo en común. Si alguien se siente obligado o presionado a negociar, el resultado no puede ser satisfactorio.

 

Para que sea efectiva, la negociación tiene que surgir del

deseo mutuo de resolver los conflictos de manera consensuada.

 

En el Centro Judicial de Mediación (CeJuMe) el principio de voluntariedad se extiende desde el inicio del proceso hasta la firma del acuerdo, permitiendo que las partes expresen sus intenciones en todo momento y puedan retirarse cuando lo deseen.

 

¿Cómo garantizamos la libre voluntad de las partes?

En el CeJuMe existe una primera instancia de entrevista informativa con quien solicita la mediación. Durante esta breve reunión, le explicamos cómo funciona el proceso, respondemos las dudas y consultas que puedan surgir y, una vez que la persona está debidamente informada, decide si desea participar o no. Si acepta, realizamos la misma entrevista con la otra parte. Para poder llevar adelante la reunión de mediación todas las personas involucradas en el conflicto tienen que haber manifestado expresamente su voluntad de participar.

 

La intención de participar de un proceso de diálogo, negociación y cooperación, es un primer acuerdo entre las partes que habilita la posibilidad de llegar a soluciones consensuadas.

 

Una vez que aceptaron participar, como muestra de compromiso con ese primer acuerdo, la asistencia a la primera reunión de mediación es obligatoria. Sin embargo, el principio de la voluntariedad se mantiene durante todo el desarrollo del proceso: dado que los conflictos son dinámicos y variables, las partes pueden decidir retirarse en cualquier instancia. En ese caso, siempre disponen de la vía judicial tradicional para resolver el conflicto por intermedio de un juez.

En mediación, el principio de voluntariedad finaliza con la decisión de cada parte de firmar el acuerdo. A partir de ese momento, lo que se pactó en conjunto pasa a ser de cumplimiento obligatorio.

 

Cinco beneficios de la voluntariedad:

1. Compromiso:

Cuando las partes eligen voluntariamente participar, demuestran un compromiso con la resolución del conflicto que es fundamental para la cooperación y el posterior cumplimiento del acuerdo.

2. Ambiente armónico:

Al no sentirse las partes obligadas a negociar, se reducen las tenciones, generando un entorno de respeto y confianza que facilita el diálogo.

3. Empoderamiento:

La autonomía en la toma de decisiones hace que las personas se sientan fortalecidas en su autoestima, y que se comprometan con sus elecciones.

4. Efectividad:

El empoderamiento de las partes y su propia participación en la elaboración del acuerdo genera responsabilidad con los resultados y aumenta las probabilidades de que se cumpla con lo pautado.

5. Mejora los vínculos:

Al decidir participar de este proceso, las partes muestran un interés común y logran su primer acuerdo: intentar resolver el conflicto a través del diálogo y la negociación. Este inicio marca la intención de colaborar en lugar de enfrentarse, y esto hace que las relaciones se mantengan en un marco de respeto.

 

El Rol del mediador como garante de la voluntariedad

El mediador desempeña un papel crucial en la protección de la voluntariedad. En principio, debe garantizar que las partes comprendan el proceso, así como sus derechos y obligaciones, para que luego puedan decidir de manera informada si desean participar, asegurándose de que esa decisión sea genuina.

Otra tarea fundamental que tiene el mediador es prestar atención a las señales de presión o coerción entre las partes, interviniendo cuando sea necesario para restablecer un ambiente de respeto y autonomía. Durante la mediación tiene que garantizar la equidad y el equilibrio de poder entre los participantes, para que el acuerdo logado no sea una imposición, sino que refleje el deseo común y resulte beneficioso para todos.

En caso de surgir dudas sobre la voluntad de alguna de las partes, los mediadores pueden solicitar reuniones en privado con cada participante para asegurar que se cumpla este principio. Además, quienes dirigen la mediación tienen la potestad de finalizar el proceso cuando consideren que no se cumple con los requisitos o que no es el método adecuado para resolver el conflicto.

 

La voluntariedad en la mediación es más que un principio: es el pilar que sostiene todo el proceso.

 

Al elegir libremente participar en la resolución de su conflicto, las partes deciden priorizar la colaboración, la autodeterminación y el respeto mutuo. Pero los efectos no se quedan en esa mediación: La experiencia de tomar decisiones en conjunto con otros, de responsabilizarse y comprometerse con las propias elecciones, hace que se promueva esta forma de abordaje constructiva y pacífica para la resolución de futuros conflictos.